Grace Kelly, crítica de cine
 
Con respecto a los duelos que han sido llevados de la novela al celuloide, recordamos Las aventuras de Quintin Durward, producción dirigida por Richard Thorpe y protagonizada por Key Kendall y Robert Taylor, interpretando el invencible espadachín que da título al filme basado en una novela histórica de sir Walter Scott. A propósito del guión de dicha película –la Metro Goldwyn Meyer había pretendido el rol protagónico para Grace Kelly–, la talentosa actriz comentó:

“Los hombres participan de duelos y peleas [Grace ya había estado envuelta en un duelo en A la hora señalada]; yo, lo único que tengo que hacer es lucir treinta y cinco modelos diferentes y estar muy guapa y asustada. Me persiguen ocho hombres, el viejo, el cabecilla de los ladrones, el jefe de los gitanos y Durward. Todas las indicaciones escénicas que se refieren a mi personaje son iguales, ‘ella coge su joyero y huye’. Creo que me aburriría mucho”.

Grace Kelly cuidaba su reputación y se vio obligada a rechazar una serie de propuestas de baja calidad artística que le ofrecía la Metro, a la que la unía un contrato laboral. Prefería trabajar “prestada” para la Paramount en filmes con argumentos más inteligentes como los de Alfred Hitchcock. Ya había ganado un Oscar a la mejor actriz en La angustia de vivir, película dirigida por George Seaton, basada en la obra de teatro de Clifford Odets.

Once vistas de cine integran la exquisita filmografía de Grace Kelly entre 1950 y 1956, siendo dirigida por verdaderos artesanos del cine como Henry Hathaway, Fred Zinnemann y John Ford. Haciendo honor a compromisos contractuales contraídos anteriormente, Kelly participa en Fuego verde –la aventura de las esmeraldas–, producción meramente comercial de la Metro con carteles publicitarios retocados que resaltan exageradamente su figura, donde la laureada actriz monta a caballo en Colombia, arte –el de la equitación– que cultiva tras bambalinas.




Grace Kelly, todo un ícono del cine de oro de Hollywood, siempre luchaba para asegurarse de que sus películas reflejaran sus propios criterios y no los de un magnate de la industria cinematográfica. Grace era una de las actrices más independientes que podía encontrarse en Hollywood, una auténtica heredera de la indomable Katherine Hepburn; pese a su juventud, manejaba su vida profesional con gran determinación. No se conformaba con ser sólo una cara bonita, no debía desperdiciar tantos años de estudio y de actuación sobre las tablas de Broadway y en la meca del cine en destacados papeles.

Tal vez, los géneros de capa y espada y de revólver sean considerados menores por algunos; en el caso de Grace Kelly, creemos que no tenía ese prejuicio pues empuñó el florete en El cisne (en una lección de esgrima) e, como adelantamos, intervino en el duelo del western psicológico A la hora señalada. Sólo aspiraba a cumplir roles interesantes en filmes atractivos e indudablemente lo logró. Nosotros se lo agradecemos. Su vida personal también fue una vida de película.

Sobre la princesa Grace, Jean d’Ormesson, de la Academia Francesa, dijo:

“Era uno de esos escasos seres de leyenda que dan su gracia al mundo. Por una casualidad demasiado notable como para ser sólo obra del azar, unía con belleza y encanto dos sueños de nuestra época, el uno dirigido al porvenir y el otro que miraba al pasado: los estudios de cine, y los bailes de corte, los reflectores y los palacios, el cine y el trono. La última pastora de corazones de nuestro tiempo, había sido actriz antes que princesa. Había interpretado ese mundo antes de vivirlo y en sus dos vidas sucesivas, había conocido la gloria y encarnado la felicidad para los millones de espectadores de su fulgurante carrera”.

Confróntense las citas en: LUIS GASCA, Grace Kelly. El cisne herido, Valencia, Editorial La Máscara, 1994, pp. 104 y 219


En las imágenes vemos a Grace Kelly y a su caballo en el set de Fuego verde (1954).