La escultura funeraria que representa a León Federico Aneiros, orante, en la Catedral Metropolitana, por el Dr. Oscar Andrés De Masi
 
Para seguir ocupándonos de la estatuaria funeraria, hoy hemos elegido la magnífica escultura funeraria que representa a Mons. León Federico Aneiros y que pueden mirar y admirar en su sepulcro, en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.

Voy a darles algunos datos epocales acerca de Aneiros, fallecido en 1894. Había sucedido a Mons. Escalada en el gobierno diocesano y fue, desde 1873, el primer “Arzobispo” de Buenos Aires (los anteriores eran Obispos, sin diócesis sufragáneas).

Aneiros fue una figura relevante y dominante de la escena eclesiástica, en el contexto del llamado “renacimiento católico” o la “restauración católica” en Buenos Aires y en el país en general. Fundó periódicos, parroquias y asilos, y participó en numerosas iniciativas patrióticas. No fue ajeno a la política y mantuvo frecuentes polémicas con los sectores laicistas y con la masonería.

En 1897 una Comisión Pro-Mausoleo encargó a la Asociación Artística “El Ateneo”, la organización de un concurso de esculturas, que ganó Victor de Pol (veneciano de nacimiento, afincado en Buenos Aires, se decía descendiente del gran navegante Marco Polo).

Ya desde el comienzo de la encomienda hubo alguna dificultad: los marmolistas habían “canalizado” el boceto en el bloque de mármol estatuario, cuando la Comisión pidió que la figura llevara birrete arzobispal. Debió, entonces, modificarse el proyecto completo.

Como modelo, posó un juez de instrucción que era físicamente parecido a Aneiros, revestido con los ornamentos arzobispales. Debe destacarse el excelente modelado del mármol de Carrara, en especial los pliegues y la filigrana de la capa pluvial.

Aneiros fue retratado como un hombre piadoso, en la quietud silente de un momento de profunda oración (la orientación de la escultura en dirección de la capilla del Santísimo podría sugerir una plegaria de adoración eucarística, aunque en tal caso ¿no debería estar descubierta la cabeza?), indicada por la actitud reconcentrada del rostro, el gesto de ambas manos y la posición “de rodillas” sobre un mullido almohadón. Este último detalle como apoyo de la figura humana logra un efecto adicional de plasticidad o suavidad de la masa marmórea. También es apreciable el atributo del anillo en el dedo anular de la mano derecha, de marcada vascularidad.

La estatua se inauguró en setiembre de 1898 y fue muy elogiada. Para la ocasión se acuñó una medalla (iconografía, también, de Victor de Pol) y se imprimió una postal conmemorativa.

El escultor firmó la obra en el plinto. Por debajo de la escultura se ubica la tumba, con su laudatoria inscripción epigráfica en latín.

A ciento veinte años de su conclusión, nos sigue impresionando por la “gravitas” verista del retrato, y por la atmósfera decididamente sepulcral que irradia. Vale la pena que se acerquen a verla.



Fotos de Oscar Andrés De Masi