Salgari en la Argentina, entre desafíos y cacerías hípicas decimonónicos
 
En la novela Los prisioneros de la Pampa, Emilio Salgari nos lleva, junto a sus compatriotas Baldo y Camerlano, a la misteriosa Patagonia para emprender un largo viaje donde viviremos las aventuras más desopilantes. Es así que, luego de varios naufragios, nuestros Robinsones llegan a lugares que no figuran en los mapas, donde se enfrentan con mares bravíos, arenas movedizas, pantanos, cavernas con gases tóxicos, terremotos, avalanchas, erupciones volcánicas, incendios, temporales, inundaciones, ríos correntosos, lobos rojos, búfalos, boas de dos metros de longitud y gruesas como el brazo de un hombre, serpientes acuáticas venenosas, anguilas eléctricas, tiburones, monstruos desconocidos… Sin embargo, los animales más peligrosos son los racionales, los feroces patagones, pues su cruel, astuto y excéntrico jefe, Noa-Gay –bebe en tazas de oro orladas de rubíes y zafiros–, no les dará ni un momento de respiro a nuestros superhéroes. Al menos recibirán la hospitalidad de los valerosos gauchos argentinos, quienes los alojarán en sus amplias casonas de piedra, les convidarán mate en taza, ron y toro asado y les enseñarán las difíciles artes de la doma del potro salvaje y del manejo del lazo.

Apenas son capturados por los patagones, Baldo y Camerlano sufren las injurias y las violencias de las mujeres de la tribu que, creyéndoles nacidos en Buenos Aires, piden a gritos su muerte. Milagrosamente, no los torturan con el mortífero suplicio de los tres sables. Más adelante se convierten en bufones de la indiada, ofreciéndole bailes, ejercicios ecuestres y hasta corridas de toros salvajes. Su valor y el cariño de la bellísima e inquietante Gua-Yala, favorita de Noa-Gay, los elevará a la categoría de hombres libres, guerreros y parlamentarios de la tribu, aunque cambiarán de bando cuando el taciturno Gorgios los nombre jefes militares de los patroleses, una curiosa tribu de blancos y mulatos que habita en Patrol, la ciudad fortificada más austral e inexpugnable de la Patagonia (1).

No nos olvidamos de los desafíos y de las cacerías hípicas. Por cuestiones de juego, durante un opíparo banquete regado con los vinos más exquisitos, uno de los convidados –un gaucho-rastreador– reta a duelo criollo al anfitrión –el dueño de la estancia–, pero éste no acepta el desafío y es acuchillado a traición por su adversario. Por otro lado, el viril Noa-Gay lancea un jaguar a todo galope, al mejor estilo de las monterías medievales (2).

Finalmente, luego de superar las más increíbles penurias –que erizan hasta los cabellos de los calvos– y de cruzar a pie la nevada cordillera de los Andes, Baldo y Camerlano parten, desde el puerto de Valparaíso, a su anhelada patria, la inmortal Italia. ¡Bon voyage!

Salgari vuelve a la Argentina en las novelas La estrella de la Araucania, El tesoro del presidente del Paraguay, El continente misterioso, La soberana del campo de oro y La ciudad del oro y, asimismo, Verne está presente entre nosotros mediante El faro del fin del mundo, Los hijos del capitán Grant y Veinte mil leguas de viaje submarino –novelas llevadas al cine–, pero ésas son otras historias (3).

Notas

1- Otro sitio fortificado mencionado por Salgari es el Fuerte Independencia.
2- EMILIO SALGARI, Los prisioneros de la Pampa, Barcelona, Casa Editorial Araluce, 1933, pp. 114, 115 y 213. Tampoco nos olvidamos del deporte llamado linao. Salgari lo considera muy semejante al cricket de los ingleses y como uno de los pasatiempos favoritos de los patagones.
3- Podemos agregar que Salgari vivió en la misma casa de Turín que habitara en otros tiempos Edmundo de Amicis. Este escritor, en 1884, llega a Buenos Aires para quedarse definitivamente entre nosotros a través de Corazón. De los Apeninos a los Andes, emotiva novela llevada al cine sobre la emigración italiana.

Vivienda de Salgari en Turín -a pocos metros de la estación Porta Susa- fotografiada por Alberto N. Manfredi (h):






Ilustración de portada: Se trata de la tapa de una edición italiana donde nuestros gauchos visten como los paisanos de México.