Alfonso V el Magnánimo (1394-1458)
Este rey de Aragón es una de las figuras más interesantes de los albores del Renacimiento. Por su trato humanitario a los vencidos y por su protección a las artes y a las letras se le dio el sobrenombre de Magnánimo.
Dejó la dirección de sus estados aragoneses a la reina doña María y a su hermano don Juan I de Navarra e intervino en las luchas de Italia. A instancias de la reina Juana de Nápoles, entró en esa ciudad en el año 1423. Así se originó la rivalidad de la casa aragonesa con la angevina por el trono napolitano, que veinte años después recayó definitivamente en Alfonso con la entrada triunfal de éste en la capital y la investidura otorgada por el papa Eugenio IV.
Alfonso regresó a España para apoyar la intervención en Castilla de los infantes de Aragón, sus hermanos, lo que originó la guerra de Aragón y Navarra contra Juan II de Castilla.
Tras las treguas de Majano entre los tres reinos, Alfonso regresó a Italia, donde tuvo que enfrentarse a los de Anjou, al Papa, Milán, Florencia y Venecia, coligados. En la batalla naval de Ponza (1435), Alfonso fue preso. En Milán, Felipe María de Visconti, duque de Milán, lo liberó graciosamente y convino una alianza con él. Con la reconquista de Nápoles, en 1442, la victoria de Alfonso sobre Renato de Anjou fue completa. Allí, animado por su amor a Lucrecia de Alagno, vivió en medio de una corte de literatos y artistas.
Enciclopedia Ilustrada Cumbre, t. 1, México, Editorial Cumbre, 1964, pp. 202-203