Arturo fue rey de los britanos durante la Edad Media y fundador de la Orden de la Tabla Redonda. Se cree que vivió en la primera mitad del siglo VI. Su figura está rodeada de leyenda, mito y romances caballerescos, y su historia fue exaltada por trovadores y poetas. Estaba casado con la encantadora princesa Ginebra y su dominio incluía a toda Gales.

Se cuenta que él y sus caballeros se reunían en Camelot, donde tenía su corte, y se sentaban todos alrededor de una mesa redonda hecha por el mago Merlín, quien desde que el rey fue niño permanecía a su lado para prestarle sus servicios.

Liberó a su reino de la invasión de los sajones, derrotándolos en la batalla del monte Badon. Pero a medida que su poderío aumentaba, graves disidencias se suscitaron en su propia familia; su sobrino Modred, aprovechando su ausencia, encabezó una rebelión y, luchando por desbaratarla, el rey Arturo recibió heridas muy graves, a consecuencia de las cuales murió en la isla de Avalón, donde fue trasladado. Gran parte de su pueblo creyó que no había muerto y esperaba que años más tarde retornaría para salvarlo.