Perros de caza
 
El harrier es una raza criada en Inglaterra desde hace siglos, especializada en la caza de la liebre y del zorro. La primera jauría de harriers de la que tenemos noticia es la que formó sir Elías de Midhode en 1260, que se considera como la que dio origen a la célebre jauría de Penistone. Hubo otras jaurías de harriers con nombres prestigiosos como la de Holcombe en el siglo XVII y la de Cambridgeshire, formada en 1745.

En 1825, algunos dueños de jaurías tuvieron la idea de cruzar al harrier con el fox-hound para mejorar la agilidad y velocidad de sus perros. Al perro que resultó de este cruce se le llamó modern harrier.

El harrier es un perro estupendo, fuerte y ligero, con una andadura flexible y segura; de pelo liso a la manera inglesa, es decir, plano, muy tupido y no demasiado corto. Su capa es de fondo blanco con todas las tonalidades del negro al naranja. Es un perro para la caza en jauría y no un animal de compañía.

En la Inglaterra de 1990 se actuaba con gran rigor en la cría del fox-hound. Para inscribirlo en el Libro de los orígenes de la “Masters of Foxhounds Association” se exigía un pedigrí en el que sólo hubiera sangre de fox-hound a lo largo de seis generaciones, además de que sus ascendientes sólo cazaran zorros también durante seis generaciones.

En la alta Edad Media se había instaurado un sistema legal de protección del perro de caza, no exento de humor: entre los burgundios, el ladrón de un perro era condenado a besar en público el trasero del animal y el que se negara a ello debía pagar cinco sueldos al propietario y dos de multa al tribunal público. Los francos eran más rigurosos puesto que elevaban la cantidad hasta quince sueldos para indemnizar al propietario del perro, cuyo potencial de caza había sufrido temporalmente la pérdida de un auxiliar aplicado y eficaz.

La imagen lleva el epígrafe “La caza del zorro en Saint Osyth, Inglaterra” y se ha editado el 16 de enero de 1927 en la revista porteña El Hogar.