El Club Hípico del Norte de Martínez
 
Entre las instituciones precursoras de la equitación argentina se encuentra el Club Hípico del Norte, situado en el aristocrático pueblo de Martínez. Este centro hípico contó desde sus orígenes con un considerable número de socios. Éstos solicitaron -en marzo de 1901- de los muchos propietarios de Martínez, un terreno en cesión temporaria con objeto de instalar el club en un local más amplio y adecuado. A la vez pidieron a las personas de mayor espectabilidad social y pecuniaria, su concurso para levantar tribunas permanentes.

La institución hípica ofrecía a las familias que veraneaban en los pueblos del Norte, amables reuniones sociales. No debe confundirse con su homónima fundada en 1941 cuyas instalaciones se encontraban en Beccar, primero en Libertador y Brasil, luego en Andrés Rolón e Intendente Tomkinson; la sede actual se halla en Roque Sáenz Peña y Camino de la Ribera Sor Camila Rolón, Bajo de San Isidro.

El domingo 3 de marzo de 1901 varios jóvenes gentlemen riders realizaron en el mencionado club interesantes ejercicios hípicos que sirvieron como entrenamiento para la competencia del domingo siguiente. Asistió un gran número de distinguidas familias que con su presencia contribuyeron al mayor lucimiento de la improvisada fiesta.

A pesar de la temperatura asfixiante del domingo 10 de marzo de 1901 que pudo haber retraído de concurrir a muchas familias, una concurrencia tan numerosa como selecta asistió a la reunión organizada en su hipódromo de la avenida Eduardo Costa. La fiesta en su doble carácter social y sportivo, logró, como lo habían previsto de antemano las crónicas periodísticas, un éxito completo. A esta reunión inaugural de la institución fueron invitadas las familias de Olivos, Martínez, San Isidro, San Fernando y Tigre. En esos días se acababan de construir las tribunas para el público.

En las distintas pruebas actuaron, especialmente invitados, la oficialidad del Colegio Militar y del Regimiento 9° de Caballería junto a distinguidos gentlemen riders que en ocasiones anteriores habían tomado parte en concursos hípicos celebrados en la Exposición Rural de Palermo y fiestas del Parque Lezama. La concurrencia presenció las interesantes pruebas del programa con repetidas manifestaciones de complacencia, aplaudiendo con entusiasmo a los vencedores de los concursos hípicos y juegos atléticos.

En uno de los intervalos los invitados fueron obsequiados con una buena mesa, instalada dentro de una artística carpa levantada con ese propósito. Dada la temperatura calurosa, se hizo especial consumo de helados, refrescos y toda clase de bebidas frías. Dos bandas de música, una de línea y otra particular, se alternaron en la ejecución de un programa escogido de trozos de ópera y piezas de música popular.

Asistieron, entre otras, las familias de Ayerza, Lamarca, Aguirre, Moreno, Gómez Aguirre, Lagos Lezica, Guerrico, Novaro, Grondona, Domínguez, Frías, Olazábal, Bosch, Bunge, Solé, Obarrio, Cornejo, Becú, Barrenechea, Paunero, Castro, Martín y Omar, Pietranera, Beguerie, Costa, Demarchi, Sastre, Dugelay, Passo, Barbosa, Rodríguez, Márquez, Díaz, Crespo, Vernet Lavalle, Chapon, Richard Lavalle, Marín, Ibáñez, Silva, Beláustegui, Demartino, Crisol, Colombo, Massot, Rolón, Frers, Lynch, Perrolet, Álzaga, Bustamante, Solari, Civit, Nazar, Melo, Lacroze, Sturiza, Benavides, Martínez de Hoz, Ramallo, López, Rapela, Sáenz Valiente, Derqui, Quirno Costa, Degreef, Alcorta, Madero, Orlandini, Bayer, Malaver, Campos, Sardá, De la Riestra, Bollini y Place.

Los concursos hípicos y atléticos comenzaron a las dos de la tarde, en esta forma:

Premio Club Gimnasia y Esgrima: Concurso de saltos de obstáculos para todo caballo que no haya ganado un primer premio en concursos de la Sociedad Rural y Parque Lezama. Ocho saltos variados de un metro de altura y una zanja de tres. Primer premio, medalla de oro, obsequio del Club Gimnasia y Esgrima; segundo premio, obsequio del Sr. Avelino Rolón.
Premio Destreza: Paso de jalones, cien metros, dieciocho jalones. Premio, obsequio del Sr. Luis Perrolet.
Premio Velocidad: Carrera a pie, handicap, cien yardas. Premio, obsequio del Dr. José Ayerza.
Premio San Isidro: Carrera a pie, con obstáculos, trescientos metros. Premio, obsequio del Sr. Remigio Lupo.
Premio Sociedad Hípica Argentina: Concurso de salto para gentlemen y oficiales del ejército, en caballos que no hayan ganado un primer premio en la Sociedad Rural y Parque Lezama. Quedan también excluidos los ganadores del Premio Club Gimnasia y Esgrima. Nueve saltos variados desde uno a un metro con treinta centímetros, una zanja de agua de cuatro metros. Peso mínimo: setenta kilos. Primer premio, bronce donado por la Sociedad Hípica Argentina; segundo premio, obsequio del Sr. Renato Demartino.
Premio Resistencia: Carrera a pie, handicap, una milla. Premio, obsequio del Dr. Carlos F. Melo.
Premio Club Hípico del Norte: Reservado (Colegio Militar). Premio, un fusil Martini, obsequio del presidente del club, Dr. Mariano J. Paunero.
Premio Olivos: Carrera de embolsados. Premio, obsequio del Sr. Juan Augusto Plou (célebre arquitecto y esgrimista que tenía una quinta en Estación Martínez).

Como último número del variado programa se hizo el juego de la roseta. También se corrió una carrera de steeplechase. El jurado estaba formado por el doctor Mariano J. Paunero, el comandante Isaac de Oliveira Cézar, el mayor Eduardo Broquen, y los señores Rodolfo Jiménez y Alberto Passo. El ingeniero Jorge Newbery había sido nombrado director de juegos atléticos.

Fue una reunión hípica en toda regla, que mereció el concurso de todos los que se interesaban por la propagación de estos ejercicios entre la juventud, que tanto necesitaba robustecer el cuerpo y el espíritu.


La comisión directiva del Club Hípico del Norte realizó la última reunión deportiva del año el domingo 7 de abril de 1901. Las tribunas, que habían sido ensanchadas, estaban dignamente adornadas gracias a la competencia y buen gusto de Luis Perrolet. Este señor también levantó un bonito jardín frente a las mismas.

Los gentlemen riders que tomaron parte en las varias carreras llanas y de obstáculos, concurrían casi a diario de mañana y tarde a ejercitarse en la pista del club. El nutrido programa estaba compuesto por pruebas, como la carrera de saltos sin estribos, que despertaron el interés de la distinguida concurrencia. La parte atlética constó de tres pruebas interesantes y novedosas, una de las cuales estuvo reservada para socios exclusivamente. La numerosa concurrencia aplaudió con entusiasmo a los vencedores de las distintas pruebas y sobre todo al doctor Emilio Lamarca (h), que en brillante forma ganó uno de los principales premios del día. Los premios de los vencedores, consistieron en medallas de plata y oro y hermosas obras de arte.

La comisión invitó a todas las familias que veraneaban en los pueblos de la costa norte del Río de la Plata, y consiguió del Ministro de Guerra una banda de música que amenizó los intervalos de las carreras. Se obsequió a todos los presentes con un lunch. Entre otras, asistieron las familias de Ayerza, Lamarca, Guerrico, Lynch, Álzaga, Llambí, Fauvetty, Cano, Bosch, García Mérou, Aguirre, Moreno, Obarrio, Jiménez, Malbrán, Grondona Gowland, Castro, Beccar Varela, Arana, Marín, Pérez, Rodríguez, Sackmann, Grondona Domínguez, Frías, Nazar, Frers, Sala, Tornquist, Repetto, Derqui, Paunero, Díaz Arana, Bermúdez, Durañona, Miguens, Verduga, Novaro, Mariño, Colombo, Terry, Martínez de Hoz y Alkaine.

Fuente: HERNÁN A. MOYANO DELLEPIANE, “Otras cacerías del zorro en los pagos de la Costa y Las Conchas”, Revista Cruz del Sur [ http://www.revistacruzdelsur.com.ar ], n° 5, Buenos Aires, noviembre de 2013, pp. 155-160


En la imagen vemos una carrera de steeplechase similar a la efectuada el 10 de marzo de 1901 en el hipódromo del Club Hípico del Norte de Martínez. En las carreras de steeplechase intervienen un gran número de caballos que deben salvar múltiples y difíciles obstáculos artificiales colocados sobre el terreno en vez de librarse la competencia sobre pistas lisas. En la Gran Bretaña -país donde esta prueba despierta mucho entusiasmo- forman un espectáculo brillante, en el que se combinan el amor a la raza equina, la emoción deportiva de la veloz carrera y el humano deseo de tentar la suerte mediante una apuesta.