El regreso con gloria del duelista Tarzán
 
En la vista de cine norteamericana La leyenda de Tarzán (2016) encontramos latente el mito del buen salvaje de Rousseau, pero el justiciero Tarzán tiene duelos con humanos y con simios.

Han pasado años desde que el hombre-mono conocido una vez como Tarzán (Alexander Skarsgård) dejó las selvas de África detrás por una vida aburguesada en Londres como John Clayton III, Lord Greystoke, con su amada esposa, Jane Porter (la australiana Margot Robbie) a su lado. Ahora, ha sido invitado de nuevo al Congo para servir como un emisario del comercio del Parlamento, sin saber que él es un peón en una convergencia mortal de la avaricia y la venganza, ideada por el capitán belga Rom (Christoph Waltz).

Tarzán se enfrentará a su hermano simio, despechado por haberlo abandonado a él y al grupo para unirse a la civilización. Los monos lo consideraban a Tarzán un desertor.
Apenas Tarzán regresa a la barbarie –la selva–, su hermano simio –convertido en líder de los Mangani o gorilas gigantes debido a la desaparición del rey de la selva– lo reta a un duelo inglés –a golpe de puño– en el que le perdona la vida a Tarzán después de un feroz combate. El gran héroe Tarzán se arrodilla ante el simio en señal de sumisión y sigue en paz su camino.



Más adelante, Tarzán le salvará la vida al noble simio y se reconciliará con su antiguo clan para derrotar a los colonialistas y esclavistas del Congo Belga.
Tengamos presente que el rey de los monos habla con los irracionales.

Otro duelo de aquel memorable filme es el que sostiene Tarzán con el jefe nativo Mbonga (Djimon Hounsou).
Resulta que, para vengar a su madre adoptiva –la mona Kala–, Tarzán mató, con premeditación y alevosía, a Kulonga –único hijo del jefe Mbonga–, debido a que éste la había matado en una cacería ritual. Ojo por ojo.
Dos muertes violentas que derivan en un feroz duelo a muerte, donde Mbonga le reprocha a Tarzán su falta de honor por haber asesinado a su hijo Kulonga. Tarzán reconoce el crimen alegando que se trataba de su madre y que cuando vivía en estado salvaje carecía de honor.





Finalmente, los duelistas se reconcilian y forman una alianza para expulsar a los invasores belgas. Tarzán y sus súbditos, todos los animales de la jungla, y dos tribus amigas –una es la del reyezuelo Mbonga– alcanzarán entonces la merecida victoria.



De visita promocional en Buenos Aires durante julio de 2016, el protagonista de La leyenda de Tarzán, Alexander Skarsgård se enamora de la “Reina del Plata”. Este miembro del clan de actores Skarsgård le mencionó a una periodista de La Nación algunas curiosidades de la filmación. Aunque casi toda la película transcurre en África, se filmó en un estudio en las afueras de Londres. Skarsgård asegura que fue el set más grande que vio en su vida. Convirtieron dos hangares de aviones en una micro-jungla con árboles y malezas verdaderas, un río, cascadas, una montaña, de todo. Hasta tenía la humedad y el aroma de la jungla porque había plantas y vegetación real, recalca. Skarsgård dice que, un año antes de que empezara la filmación, en una parte del estudio plantaron pasto africano para recrear la sabana africana. El actor sueco confiesa que cuando llegaba al set sentía que estaba en un parque de diversiones y no podía creer que lo iban a dejar jugar allí todo el día.

Véase: Natalia Trzenko, “Alexander Skarsgård, un actor que vive entre dos mundos”, La Nación, Buenos Aires, 17 de julio de 2016, Espectáculos, p. 3.

Además del duelista Tarzán, su esposa Jane, mujer de armas tomar, también nos visitó en Buenos Aires, pero a principios de la década del ochenta del siglo pasado, cuando la interpretaba la actriz norteamericana Bo Derek. Podemos agregar que existen en el cine versiones femeninas de Tarzán, la primera lleva por título La princesa de la jungla y data de 1936, siendo interpretada por Dorothy Lamour, ¡pero esa es otra historia!

Como una pareja de simios enamorados, Jane y Tarzán se comunican en las alturas, pero esta vez en un árbol de la campiña inglesa:






La bella heroína Lady Jane: