De la música húngara bajo el imperio de la monarquía dual, por el Prof. Alfredo Germán Masserdotti
 
Francisco-José, de quien el pasado 21 de noviembre se recordó el primer centenario de su fallecimiento, fue el emperador y monarca que llevó a cabo, junto con los representantes políticos de la nación húngara encabezados por Ferenc Deák de Kehida, el conocido "Compromiso austro-húngaro".

En 1867 el emperador había transformado la monarquía en un sistema dualista que comprendía, por una parte, el imperio de la Austria de lengua alemana, con Bohemia, Galitzia, el Trentino e Istria, y por otra, el reino de Hungría con Transilvania, Croacia, Eslavonia y Dalmacia. Aquellos dos estados, que en conjunto contaban con 51 millones de habitantes, tenían el mismo soberano (una sola persona) cuyo poder estaba limitado por las respectivas Constituciones, un ministerio en común (Káiserliches und Königliches Ministerium) para Asuntos Exteriores, Finanzas y Guerra, pero dos gobiernos y dos Parlamentos.

En Viena, se trataba del Reichsrat dotado de dos cámaras; en Budapest, la Asamblea del País Húngaro contaba igualmente con dos cámaras: la de los Magnates y la de los Diputados, elegidos según un sistema de escrutinio demasiado restringido y anticuado.

El 21 de noviembre de 1916 moría Francisco-José y subía al trono imperial Carlos, su sobrino nieto. Se había convertido automáticamente en emperador y el 30 de diciembre era coronado rey de Hungría, pudiendo ceñir la "Santa Corona" de San Esteban, que simbolizaba la unión del rey apostólico y la nación húngara. Este "sólido bastión" de Occidente (validum propugnaculum), como fue llamada Hungría por el papa Pablo III debido a la defensa de la Cristiandad contra los tártaros y los turcos contaba, como observa Michel Dugast Rouillé, "con 20 millones de habitantes con sus países asociados, y con 16.838.000 sin ellos”.

¿Qué sucedía con la vida musical de esta gloriosa nación durante el período de la monarquía dual (1867-1918)?

Entre otros músicos, merecen ser destacados Franz Liszt (1811-1886), Ferenc Erkel (1810-1893) y Karl Goldmark (1830-1915). Otros como Ernö Dohnánhyi (1877-1960), Béla Bartók (1881-1945) y Zoltan Kodaly (1882-1967) nacieron durante este período, pero el desarrollo principal de sus respectivas carreras musicales se efectuó cuando la monarquía dual ya había desaparecido.

Franz Liszt resulta ser, tal vez, el más conocido de los músicos húngaros. Fue un ejecutante consumado, un compositor que dejó huella y un patriota desinteresado.

Sin concesiones

Ladislao Kurucz sostiene en Liszt, el desconocido que "sería muy grande error afirmar que Liszt fue solamente un virtuoso, sin otro mérito que el de pianista. Después de los vacilantes años juveniles, su estilo se purificó en tal grado que las más clásicas obras del repertorio surgían bajo sus dedos con tal nitidez, pureza y riqueza, que pasmaron al público asistente".

Con los demás era benigno, pero consigo mismo no tenía concesiones. "Sus éxitos fueron fruto no solamente de su genialidad sino de los durísimos ejercicios que lo obligaban a estar frente a su piano durante largas horas todos los días", agrega Kurucz. Adquirió una flexibilidad asombrosa en la ejecución del piano.

La fantasía de Liszt para la composición fue algo prácticamente inagotable. Muchas veces corregía sus propias obras con el correr de los años. "Cuando un músico es honesto, después de cierto tiempo siente atemperar y decantar sus inspiraciones momentáneas. Cuando se ha curado del delirio del éxito o de la depresión de un fracaso, sabe mejor que todos los críticos del mundo dónde cometió el error, cuáles son los flancos débiles de sus composiciones y la razón de los por qué. Ahora falta sólo un paso: dejando aparte nuestra vanidad, tengamos el suficiente y noble orgullo de confesar nuestras debilidades también al público", escribió en una de sus cartas. Entre sus composiciones se pueden destacar los Poemas sinfónicos, Los años de peregrinaje y Las armonías poéticas y religiosas.

En 1838, de paso por Venecia para brindar un concierto, lee en un diario austríaco que la ciudad de Pest había sido arrasada por la inundación del Danubio. El músico hace ya 15 años que había dejado su patria natal, pero en estos momentos surge otra vez desde el subconsciente su origen húngaro e inmediatamente resuelve ir a Viena a ofrecer conciertos para ayudar a los damnificados. "¡Mi patria!, grité con mi entusiasmo patriótico, porque yo también pertenezco a esta fuerte raza, soy hijo de esta gran nación, ¡oh... mi lejana e indomable patria, mis amigos, mi gran familia! El grito de tu dolor me llama y yo inclino mi cabeza con vergüenza por haberte ignorado tan largo tiempo", escribió en otra carta.

Amor a la patria

Vuelve a Hungría en 1840 luego de 13 años de ausencia. Como observa Kurucz, Liszt "se siente orgulloso de su origen y desde entonces surgen sus innumerables rapsodias, variaciones, conciertos y fantasías húngaras". Ninguno destacó los caracteres nacionales y folklóricos de su patria con el énfasis, el entusiasmo y la obstinación con que él lo hizo. El amor de Liszt por su patria natal "se manifiesta en esta manera muy elocuente: derrama su arte para todos, hasta donde llega su generoso corazón".

La Misa de Gran, Missa Solemnis o de Esztergom, compuesta en 1856 para la inauguración de la basílica de esa localidad, "fue un acontecimiento memorable en su vida y reforzó aún más sus sentimientos patrióticos hacia su tierra natal". El mismo dijo: "En esta Misa he rezado más que compuesto". Para bien de su patria, en 1875 fundó el Conservatorio Nacional en Budapest que llevaría más adelante su nombre.

Contra los detractores de la filiación nacional húngara de Liszt, su compatriota Béla Bartók aseguró: "Es de conocimiento público que Liszt en la buena y también en la mala suerte de Hungría siempre declaró firmemente ser húngaro. Si una personalidad tan importante, un fenómeno artístico tan grande así lo afirma, tenemos que aceptar su deseo. Tanto más, porque no existe ningún tipo de documentación que afirma lo contrario. Si Liszt confiesa ser húngaro, entonces todos, húngaros y no húngaros, tenemos que aceptar que así sea".


Franz Liszt


Un gran poeta nacional escribió sobre Ferenc Erkel: "Habrá con el tiempo entre nosotros más grandes músicos, pero nunca con más grandes méritos". Erkel centró su inspiración musical en la historia de su patria. Fue, junto con Liszt, el principal propulsor del Conservatorio Nacional fundado en 1875 en Budapest. También fue director musical vitalicio del Teatro Nacional de la Ópera, inaugurado en 1884. Impulsó la aparición de numerosos coros y festivales que consolidaron el prestigio de la música húngara en el mundo.

En 1844 se llamó a concurso público y anónimo para poner música al Himno nacional. La letra había sido compuesta por Ferenc Kölcsey en 1823. Erkel no quería participar pero el presidente de la comisión organizadora lo llevó a su casa. En una de las piezas había un piano viejo. Lo encerró ahí con llave y lo amenazó: no abriría la puerta hasta que Erkel hubiera compuesto la música de su Himno. Le llevó alrededor de dos horas hacerlo. El 2 de junio se celebró el concurso y Erkel salió triunfador por aclamación y con el voto unánime del jurado.

A Erkel se lo considera "el padre de la ópera húngara". Para el libreto, aprovechó las excelentes obras dramáticas basadas en la historia de su patria. En la actualidad, sus óperas continúan siendo las más tocadas y las más populares en Hungría. El verbunkós -una danza originada en las luchas del Imperio contra el Turco y Napoleón- y algunas canciones populares recordadas en su estadía en Transilvania fueron los únicos elementos de la tradición musical húngara que incorporó a sus composiciones.

En el contexto de la época llamada "reformista", entre 1825 y 1848, Hungría buscaba consolidar su tradición histórico-política y la cultura nacional como respuesta a la germanización alentada por los Habsburgo. Erkel ubicó su producción musical en este momento de la historia de su patria. Hunyadi László, su ópera más célebre, basada en la historia del héroe nacional, recibió la mayor de las adhesiones.

En sus obras, el tema histórico no resultó mero adorno. Fue la atmósfera para expresar la conciencia nacional húngara. Erkel se contó entre los máximos propulsores del Conservatorio Nacional que había fundado Liszt.


Ferenc Erkel


Karl Goldmark puede ser caracterizado, según señala Kurucz, como "un músico entre Oriente y Occidente". Fue el tercero de los hijos de un cantor de sinagoga que se ocupaba de la parte musical de las ceremonias religiosas. Emigró de su Keszthely natal a Németkeresztúr, cerca de la frontera austríaca por motivos de supervivencia. Allí pasó 10 años de su vida, todavía sin saber leer y escribir hasta los 12 años. Un domingo oyó el sonido lejano de una campana al que seguía el canto de un coro de campesinos. La melodía provenía de una iglesia. Entonces fue que resolvió ser músico. El padre, en medio de la miseria, le consiguió un violín de mala calidad y de segunda mano que lo acompañó durante muchos años.

"Mi formación en la ciencia, en la música y mi lengua madre son alemanes, pero todo esto no apaga mis sentimientos hacia mi patria natal. Ha de tener un corazón muy duro y reseco quien no tenga un caro y dulce recuerdo de la tierra en la que se mecían su cuna y donde pasó su infancia. En este sentido, permanezco fiel a mi patria nativa", escribió en su diario cuando volvió a Németkeresztúr en medio de su estadía en Viena, la ciudad imperial.


Karl Goldmark


Su obra más querida y conocida es la ópera La reina de Saba, que se estrenó el 10 de marzo de 1875. En la composición incorpora motivos litúrgicos y lamentaciones de origen judío. En 1911, Gustav Mahler (1860-1911) dirigió en Viena una versión revisada. La ópera se cantó en Budapest en 1876 en el idioma nacional húngaro. Su obra fue siempre muy apreciada en su patria. Con la participación de Enrico Caruso, se estrenó en Buenos Aires en 1899.

Publicado en La Prensa Digital (Cultura) el 18 de diciembre de 2016: http://www.laprensa.com.ar/Cultura/449943-De-la-musica-hungara-bajo-el-imperio-de-la-monarquia-dual.note.aspx




Ya que el profesor Masserdotti mencionó la actuación de Caruso en La Reina de Saba cuando estuvo en Buenos Aires en 1899, véase nuestro artículo sobre "Caruso en la Argentina": http://historiascuriosas.enarg.org/#JHS-IHS=hIeBe5qcg3V2glpokluamleLmJ9wn6iblaygf3pdhph4nKplrmqJep6cq6g%3D